Impulsar la vida de un barrio es uno de los principales objetivos de vecinos, comerciantes, autoridades y empresas. Dotarlo de vida se consigue gracias al esfuerzo común de todos estos actores que potencian la zona con su actividad. Pero también hay factores que pueden frenar ese impulso y uno de ellos es el abandono que se materializa en instalaciones descuidadas, calzadas y aceras desgastadas, construcciones ruinosas…

Un edifico en ruinas y abandonado, además de peligroso por los problemas derivados de su estado, es perjudicial para la zona y sus vecinos. La imagen de dejadez que proyecta una construcción ruinosa no ayuda al impulso del dinamismo del barrio en el que esté ubicado. No es una cuestión de antigüedad, muchos centros neurálgicos de ciudades se encuentran en sus zonas más antiguas con edificaciones con muchos años de vida pero que sin embargo están muy bien conservadas gracias a su uso diario.

En el caso del edificio de Avenida de Italia, 36, el barrio está sufriendo las consecuencias de la ruina del caserón y los vecinos se están privando de poder disfrutar de la regeneración que adquiriría la zona en el caso de que el edificio volviera a gozar de esplendor y vida. La construcción del nuevo edificio respetando la estética y características del original y subsanando sus problemas de cimentación daría al barrio del Oeste mayor dinamismo, ése que aporta un edificio habitado. Además, el nuevo edificio cumpliría el Código Técnico de Edificación y las Ordenanzas Municipales, y por tanto, podría ser habitable según las necesidades y demandas actuales.

El proyecto presentado por CPASA, además de salvaguardar los valores catalogados del edificio, proyecta plazas de aparcamiento que suponen un plus en una zona en la que hay déficit de garajes. Con garajes en sótanos, el nuevo edificio podría albergar aparcamiento que ayudarían a solventar un problema demandado por los ciudadanos y que existe actualmente en los alrededores de la Avenida de Italia.

Por otra parte, la nueva construcción traería también beneficios económicos; recaudación de todas las tasas e impuestos directos e indirectos que suponen su construcción y comercialización, así como la llegada de nuevos consumidores al barrio del Oeste.

Las bondades de rescatar un edificio en ruinas son innumerables y siempre mejores que mantenerlo en el ostracismo mientras se va degradando aún más. Vecinos, comerciantes, trabajadores e incluso meros transeúntes disfrutarán y se favorecerán de una regeneración que supone volver a dar vida a la zona.