La cimentación es el pilar fundamental de un edificio, debe ser óptima para que la construcción sea resistente y perdure en el tiempo en buenas condiciones. Y, cuando se trata de un edificio antiguo, cobra aún más importancia. Por ello, en esos casos es clave revisar las cimentaciones de estas construcciones para poder asegurar que están en buenas condiciones y no sufran ningún percance. Un asentamiento deficitario, puede poner en alto riesgo a las personas y a los bienes materiales.
Uno de los fallos de mayor trascendencia en la cimentación que podemos encontrar actualmente es la existencia de bolsas de agua. Estas bolsas hacen que las edificaciones no se asienten sobre un material contundente y puedan sufrir futuros problemas estructurales, que afecten no solo a la cimentación del edificio en cuestión sino también a los edificios colindantes.
El problema radica en bolsadas de agua en subsuelos menos cementados. El agua al no poder circular a través del conjunto de los materiales se canaliza hacia niveles menos cementados, que hacen de canal natural para la circulación, formándose bolsas de agua a distintos niveles. Para una buena consolidación de los cimientos, todo el conjunto deberá ser estanco y se recomienda realizar una correcta impermeabilización del fondo de excavación para evitar la entrada de agua y humedad a largo plazo.
Para solucionar este tema, es necesario hacer una cimentación sólida para asegurar la salud tanto de la edificación en cuestión, como de las estructuras que se encuentran a sus lados. En muchas ocasiones las bolsas de agua pueden arrastrar el terreno arcilloso arenoso del subsuelo, lo que provoca un asentamiento de los cimientos del edificio, que puede generar grietas en la estructura y en las construcciones próximas. Y, no sólo eso, si no se realiza una cimentación adecuada, en terrenos arcillosos con alta plasticidad se tiende a captar humedades, por lo que es más propenso al cambio de volumen según las condiciones de humedad. La expansividad y retracción de los materiales del terreno, por las captaciones de humedades debido a las bolsas de agua, hacen que se generen presiones capaces de levantar las cimentaciones.
El caso del edificio Avenida de Italia 36
Uno de estos casos en los que la presencia de bolsas de agua pone en riesgo la estabilidad de un edificio y de las estructuras colindantes se presenta en el caserón ubicado en la Av. Italia, 36, en Salamanca. Estudios realizados en la zona han detectado la presencia de bolsadas de agua que hacen necesarios trabajos de refuerzo de la cimentación del edificio. Los materiales que constituyen la geología de la zona, arenas arcillosas, arcillas arenosas y areniscas, complican aún más la situación. Las bolsas de agua encontradas por debajo de la cimentación hacen que las arcillas arenosas tengan un riesgo de expansividad, catalogado por ‘Ruiz Ortiz, 1975 Simplificada’ como medio-alto según su plasticidad.
Estas bolsas son comunes en nuestra geografía nacional. En Madrid, por ejemplo, las obras de las estaciones de Sol y Gran Vía sufrieron retrasos al encontrar dos acuíferos tanto en la Puerta del Sol como en la mítica vía madrileña (pinchar link). En Barcelona, por su parte, tuvieron que desalojar un edificio de viviendas situado en la C/ de Llacuna, debido a las grietas que habían generado, precisamente, por las bolsas de aguas encontradas en el subsuelo de los cimientos de una construcción cercana.